La Locura del rey Fernando VI

30.03.2020

La historia de los Borbones da para mucho. Y su vida privada, todavía más. Hoy nos centramos en la figura de Fernando VI, que gobernó España entre 1746 y 1759. Su poca duración en el trono le han llevado a permanecer en la sombra de la historiografía de su padre Felipe V o de su hermanastro Carlos III, predecesor y sucesor en el reino.

Barbara de Braganza
Barbara de Braganza

Con todo ello, con su reinado dió comienzo una tendencia liberal continuada por Carlos III. Tras firmar la Paz de Aquisgrán en 1748, España vivió años de neutralidad en los conflictos externos, lo que dio algo de tranquilidad y estabilidad al territorio. Además, el marqués de Ensenada, su mano derecha, impulsó múltiples reformas y creó la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Un año fatídico
Sin embargo, todo se torció en 1758, año en el que falleció la reina Bárbara de Braganza, mujer de Fernando VI. La muerte de la reina dejó muy tocado al monarca, que comenzó a desaparecer de los actos públicos y a encerrarse en una minúscula habitación, donde ni siquiera dormía en la cama, sino en dos sillas. Se iniciaba de esta forma el conocido como 'año sin rey'. 


Este drama personal sería el que haría aflorar el inestable lado Borbón, el de los accesos de locura y dejadez corporal y mental: la muerte de su querida y obesa reina Bárbara de Braganza. El rey ya andaba algo tocado, pero el fallecimiento de su esposa le hizo caer en una profunda depresión. Nunca su melancolía había alcanzado niveles tan altos.
Fue así como convirtió los últimos meses de su reinado en una agónica locura. Trató de aislarse del mundo al tiempo que empezó a sufrir un auténtico pavor hacia a su propia muerte. Lo bueno de la disciplina histórica es que en ocasiones contamos con fuentes directas de ciertos acontecimientos y en lo relativo a este señor contamos con ejemplos de correspondencia que se enviaban en su familia acerca de su estado.
Por ejemplo, sabemos que durante un tiempo le dio por creer que ya estaba muerto, y hacía cosas como ponerse sábanas por encima y simular ser un fantasma. Cuando parecía recuperar la conciencia decía que quería suicidarse. Sus más allegados se lo tomaban ya con resignación: "a estado con esta musica de querer matarse asta las once y media de la noche en que rendido se ha dormido...".
Se negó a cortarse el pelo y la barba y también a cambiarse la ropa. Ni siquiera permitía que le cambiasen las sábanas, acumulando una ingente cantidad de porquería. Llegó un momento en el que el rey solo quería jugar a las cartas. Dejó de comer y de hablar con la gente y sufría ataques de ira repentinos. Se le había ido por completo la real pinza, pero esto no es lo mejor. Fernando VI no controlaba ya la voluntad de sus fuelles corporales y se orinaba en la cama, y además el pobre monarca estaba estreñido, pero los médicos no se atrevían a darle ningún tipo de laxante, mucho ojo, por temor al efecto contrario: "que se suelte demásiado y se muera...".
Cuando finalmente conseguía evacuar, el rey seguía haciendo lo que le daba la gana, se negaba a que lo lavasen y su alcoba la inundaba la pestilencia de los excrementos: "Anoche izo sus cosas en la cama y no ha dejado que se las quiten...".
Y los testimonios no cesan: «Sigue haciendo sus menesteres en la cama y no se deja limpiar con que aseguran que esta en un lago de porquerías y dicen que no se puede parar allí del mal olor aier y oi le han querido limpiar pero se pone echo una furia y tienen que dejarle porque temen que le de algo...». 

Escudo de Su Tarada Majestad
Escudo de Su Tarada Majestad

Y más: "Se ha vuelto a ensuciar de todos géneros esta mañana, me dicen que esta asqueroso pues tiene todas las manos untadas de porqueria y no se las quiere dejar limpiar y a todos los que se arriman los pringa...". Ese rey manchando de mierda al primero que pasase. También solía arrojar sus propios excrementos a los que se arrimaban mucho, como si de un chimpancé de zoológico se tratase.

¿Te has quedado con ganas de más? Pues toma: "El Rey tomo caldo de mala gana y chocolate, le quisieron mudar pero se emperro y rasgo las bueltas de la camisa al Sumiller y tuvieron que dejarle... sigue haciéndose todo y los cursos son tan líquidos que le limpian y al instante se repite y se volvio a azer encima sus necesidades"
Bueno, ya está bien.
Venga no, queda la guinda: aquejado también de priapismo, decidió no comer alimentos durante días y cuando pedía de comer, consideraba que era buena idea mezclar los alimentos con su propia mierda. Grandiosa idea. 

Y ¿que hicieron los médicos para aliviar la evidente locura del Rey?........pues lo primero una bateria de sangrias con sanguijuelas en los tobillos y en el culo hasta extraerle algunos días hasta 20 onzas e sangre:

"en los tobillos hasta dos veces al día extrayéndole hasta veinte onzas de sangre" 

"al posadero con proporcionada evacuación"

Y despues toda una serie de enemas y aliviamientos acompañados por maravillosos remedios como la "Enjundia Humana" que no es sino grasa humana de la cual estaba convenientemente surtida la Real Botica:

"Recibí del Sr. D. José Martínez Toledano Boticario mayor de S. M. ciento y cincuenta reales de vellón por una libra de ynjundia umana sacada del cuerpo de un aleman el que riñiendo con otro fue muerto prontamente en este Real Sitio de Aranjuez, a diez de junio de 1753".

Con todos los intentos de los médicos de Cámara la esperada mejoría llegó el 5 de agosto aunque fue muy pasajera, tal vez era la popularmente conocida como mejoría de la muerte. A las 9 de la mañana del día 6 de agosto de 1759 S. M. sufre un accidente epiléptico, con algunos movimientos convulsivos que duraron casi una hora, privándole de potencias hasta las 11 horas, en que nuevamente recobró el sentido gracias a la aplicación de:

"remedios cephalicos y espirituosos con los que se socorrió a S.M" 

a los que se añadieron, para una mayor eficacia, unos gramos de cinabrio y preparados cordiales.La gravísima situación presagiaba lo peor. El Rey estaba extraordinariamente débil y abatido, por eso fueron avisadas las Reales Personas que se personaron en Villaviciosa con rapidez, y consideraron preciso administrar a S. M. el santo óleo, y así se hizo.

El final se acercaba y pocos días más tarde, en la madrugada del viernes 10 de agosto de 1759, tras tan penosa enfermedad, S. M. Fernando VI expiró.




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